O de cómo no se puede
cambiar de conjunto
Las conversaciones con las
compañeras y compañeros de trabajo pueden ser muy peligrosas. Comenzamos hablando de cualquier tema, por rellenar esos
huecos que a veces nos permite el tiempo, tranquilamente, y terminamos con
afirmaciones o frases de las que después, por mucho que nos arrepentimos ya están
dichas y no tienen arreglo.
Hace unos días en el calor de una discusión, de “trabajo”
precisamente, sobre la situación laboral
y la influencia que tenían en ella los inmigrantes alguien hizo este comentario:
“No pueden tener los mismos derechos (que
nos, dirían en esta tierra), nosotros tenemos unas familias que han hecho que
estemos donde estamos. Han luchado para conseguir nuestra situación. Las
mejoras de las que disfrutamos son gracias al esfuerzo de nuestros antepasados
y las de nuestros hijos lo serán gracias a el nuestro”
¡Hala!, Así, cómo quién no
quiere la cosa había definido e identificado el problema de los inmigrantes en
nuestro país. Después intentó matizar,
quitar hierro…pero lo fundamental estaba claro, ¡y muy claro!
No es la primera vez que
lo oigo, esa necesidad de calificarnos en “conjuntos” distintos;
Las personas de aquí no somos
iguales, no podemos ser iguales a las personas de fuera. Formamos dos grupos
muy diferenciados; nosotr@s y ell@s. Además
de todos los que se nos puedan ocurrir, por supuesto.
Como decía, esto de los
conjuntos, debe de ser una de las lecciones que mejor hemos aprendido en
matemáticas: “Un CONJUNTO
es una colección de objetos considerada
como un objeto en sí. Los objetos pueden de esta colección pueden ser cualquier
cosa: personas, números, colores, letras, figuras, etc. Cada uno de los objetos
en la colección es un elemento o miembro del conjunto. Suele
definirse mediante una propiedad que todos sus elementos poseen y queda definido únicamente por sus miembros y
por nada más. Los conjuntos pueden ser finitos
o infinitos.”
Utilizando esta definición, como se dice vulgarmente “nos lo ponen a huevo”
– güevo- Analicemos los puntos anteriores:
1.
Tenemos
en común lo fundamental, la característica que nos determina: NUESTRO ORIGEN.
2.
Definido
únicamente por sus miembros: ¡Y tanto que nos definimos nosotr@s sol@s!
3.
Y
además está muy claro que el conjunto de las personas de aquí es
finito: los nacidos y las nacidas en el terruño (con matices). Y el conjunto “exterior” es
infinito, nadie sabe cuantas personas de fuera existen; en patera, maletero, algunos legales…
Después de tener claro, bien definido y bien diferenciado el grupo en el
que estamos, podríamos añadir otros
matices definitivos.
Por ejemplo, pidamos o analicemos
nuestro pedigrí, con esto casi
garantizamos que no se nos cuela nadie. Demostremos los años de
empadronamiento, lo mucho que nuestra familia ha aportado a esta sociedad o
comunidad en la que vivimos etc. Y si encima tenemos la suerte de tener
antecesores políticos, históricos (si son de épocas oscuras, mejor) o que hayan
destacado en algo ya sería la repera. ¡Ahí si que ya no hay nada que decir ni
hacer! Casi que tenemos que crear otro
conjunto para estos casos. Aunque ahora que lo pienso...,¡este ya está creado!, y ¡desde hace mucho más tiempo que el de los inmigrantes!
También podemos pedir el Rh, en el caso del país Vasco, o recuperar lo de
Cristiano Viejo…
Y todo por defender el dichoso estado
de bienestar con los derechos y beneficios que de él se derivaban. Un
estado que crearon las generaciones anteriores con el apoyo de muchas y muchos
inmigrantes que trabajaban en los puestos que nadie más quería y con los sueldos
que ninguna persona con pedigrí aceptaría.
Pero no vamos a tener mucho tiempo para preocuparnos, porque a la rapidez
con que avanza la destrucción de la sociedad española, no nos van a quedar ni derechos ni beneficios
por los que pelearnos. Y no porque los del conjunto inmigrante nos hayan
perjudicado. Sino porque los que pertenecen a esos otros grupos de verdad importantes
cómo el G-20 , Club Bilderberg, FMI, BCE … han decidido que nuestro grupito
empezaba a ser demasiado numeroso y ya estaba bien de tanta generosidad.
Toca perder derechos y poder económico; nos estábamos acostumbrando a
vivir “por encima de nuestras posibilidades” y tienen que corregirnos,
recordarnos que no tenemos ni el pedigrí ni las características adecuadas para
pensar que somos capaces de ascender de grupo.
Cómo decía alguien a quien conozco; Nosotr@s
no somos gente de tanta categoría.
Afortunadamente.
Afortunadamente.
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