Hoy, veintiocho de septiembre , se reivindica el derecho a un aborto legal y seguro ( al que yo añadiría libre, pero esa es otra cuestión).
Recuerdo cuando tenía unos veinte años y hacía prácticas de enfermería en un centro de salud de Salamanca. Era un barrio obrero, con mucha gente joven y en aquel tiempo mayoritariamente de izquierdas.
Tuve la suerte de aprender de una gran enfermera con una inmensa vocación, implicada en la salud del barrio y en especial en la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Estamos hablando de los años noventa… no era muy frecuente en aquella época y sobre todo en aquella ciudad.
Aprendí a escuchar sin juzgar, a entender que el mensaje podía ir mucho más allá de lo que nos decían. Comprender el miedo, la vergüenza que aún caía sobre las chicas que acudían embarazadas con sus madres (porque siempre eran las madres).
Para mí fue una auténtica revelación!!! Fui consciente de una cara oculta a la sociedad, de una realidad que aún se omitía y se vivía como un auténtico drama y que generaba un sufrimiento difícil de sobrellevar salvo que tuvieras la gran fortuna de encontrarte a personas como Marisa (mi tutora).
La realidad obligaba a las embarazadas a conseguir un certificado que asegurara su grave riesgo mental, única vía de escape para la mayoría de ellas y al alcance de muy pocas.
Descubrí un listado bien escondido de las clínicas a las que podían acudir en España, de los precios que tenían y de las organizaciones a las que recurrir para pedir ayuda si era el caso.
Esa etapa de conversaciones susurrantes, de listas ocultas y engaños sociales para poder seguir con la vida que tenían planeada y a la que no querían renunciar por un error puntual, no ha desaparecido del todo. Todavía hay quiénes se dedican a acusar y acosar los lugares donde se realizan las interrupciones voluntarias de embarazo. Aun existen organizaciones que dicen defender la vida de los no nacidos mientras piden olvidar a quienes se la juegan por llegar a este país entre otras muchas más.
Finalmente, con este relato quiero rendir mi pequeño homenaje a todas aquellas mujeres sanitarias que tanto hicieron por la salud y la vida de las mujeres de este país en unos años aún grises, enfrentándose y saltándose las normas (e incuso jugándose el puesto de trabajo) en muchas ocasiones.
Gracias infinitas.
