Cuando todo esto termine y hagamos recuento de lo que hemos dejado por el camino, no será lo peor la economía o el paro que nos encontremos.
Cuando esta nube desaparezca y la realidad caiga de nuevo sobre nosotros, seremos conscientes de que la fecha de la agenda quedó marcada en tiempos muy , muy lejanos. Repasaremos los cumpleaños sin celebrar, los funerales a los que no asistimos y las tutorías del colegio canceladas entre otras muchas cuestiones pendientes.
Nos sobran cámaras y micrófonos,Teams y Meet son nuestras nuevas salas de reuniones y las consolas y ordenadores los nuevos parques y campos de juego.
Todo se ha reducido a la supervivencia, a la vida vigilada y vigilante de la salud. Y las PCR, los anticuerpos y las vacunas han entrado en las conversaciones, páginas y redes con la misma velocidad que el virus que las originó.
Y todo quedará como un mal sueño, algo casi irreal, como los recuerdos creados con el reportaje de la boda de un amigo a la que no hemos podido asistir.
Cuando todo esto termine quizás necesitemos aunar lo pendiente, reunir todas las ausencias , los cumpleaños, las bodas, las cenas de Navidad y hasta las demostraciones de la Termomix.
Nos urge rellenar el tiempo pasado con ruidos, con personas de verdad y conversaciones sin interferencias. Que regresen las comidas sin prisas, mascarillas o sillas contadas. Y sobre todo; con sobremesas, cartas y hasta ceniceros llenos de humo.
Pero mientras llega, nos queda lo de al lado, mucho o poco, mejor o peor, toca disfrutarlo y llenarnos de ello. Tenemos más para menos, pensadlo.
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