viernes, 2 de noviembre de 2012

LA BRUJA SIMONA


Reunión de brujas Frans Francken el Joven, 1610. Pinacoteca de Munich.

En una casa de la misma calle, un poco más abajo, vivía la señora Simona. Una mujer gorda, que tenía problemas con muchas vecinas y fama de ser un poco “frívola” y bebedora.
La recuerdo mayor, tal vez con 60 años, no muy agraciada,pelo medio canoso, con unos ojos grandes como sapos y un bigote y barbas sospechosas. Además de un olor desagradable, tal vez un poco sulfuroso, pero a estas concrecciones ya no me atrevo después de tantos años.
Su casa estaba unida por la parte de atrás con otra familia y no tenían buena relación. En ella vivía un matrimonio con dos mellizas, y según esta vecina, cada vez que se enfadaban o discutían por algo con ella, al día siguiente todas sus sábanas aparecían llenas de manchas de aceite. Pero para que no hubiera dudas, ¡no sólo las que tenía tendidas en la calle!, también las que estaban puestas en las camas.
-¿Cómo se explica esto?- Decían mis vecinas, unas a otras.
-La pobre Josefa (que así se llamaba la afectada) se ha pasado el día metiendo la ropa en agua caliente con jabón de sosa, y ni así consigue que queden limpias. Debe de ser alguna grasa rara.
-Y siempre coincide con alguna discusión, por lo visto ayer fue porque las crías le tiraron tierra a su puerta. ¡Ya ves, si lo único que estaban haciendo era jugar!
-Pues yo por si acaso no quiero problemas (decía siempre mi madre), y tú ¡ten cuidado con lo que haces!- mirándome.
Pero la mejor historia sobre ella era aquella que contaba que era capaz de transformarse en gata por la noche. Así era cómo lograba entrar en las casas y manchar las sábanas y todo lo que se proponía.
La descubrieron unos parientes nuestros que tenían en la parte superior de la casa un antiguo molino con unas cernideras, utilizadas para limpiar la harina. Todas las noches cuando estaban durmiendo sonaban las dichosas cernideras y este pariente subía para ver quién las movía, pero lo único que veía era un gato o gata. Cansado de tanto misterio prepararon una trampa para cazar al gato o gata, y le dieron una gran paliza.
Al día siguiente la señora Simona no apareció por la calle y cuando al cabo de unos días la vieron caminando iba cojeando y llena de moratones por la cara y manos. Ella siempre dijo que se había caído por la escalera, pero entonces -¿por qué no ha ido al médico? -decían las malas lenguas. Y lo más importante; ¿por qué nunca más apareció el felino por aquella casa?
Ante todas estas historias, las pocas veces que conseguí entrar en su guarida miraba por todas las esquinas buscando marmitas, animales raros en jaulas o alguna cortina que escondiera posibilidades para mi imaginación.
Yo nunca vi nada, pero me olía raro, y estoy segura de que era verdad; era una bruja. Cuando bajaba por la calle siempre oía como alguien la había visto con EL. Este era un ser misterioso, que todas las personas conocían, pero del que nadie decía su nombre. Tenía la capacidad de estar por todos los lugares donde iba ella.
 Eso sólo podía conseguirlo el Demonio, o algún ser extraño no humano, razonareis conmigo.
Lo único que nunca comprendí era porqué en lugar de hablar a sus espaldas no intentaban avisar a su marido y familia de los peligros de esta compañía, a no ser que nadie “supiera, oyera ni viera nada”, como me decían a mí cuando preguntaba de qué hablaban;
-“¡Tú te callas, que ni sabes, ni has visto ni oído nada!”-

 

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